No es secreto que Santiago del Estero tiene las temperaturas más elevadas, y la amenaza del cambio climático nos hace esperar que cada vez los veranos sean aún más calurosos.
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El golpe de calor no tiene nada que ver con los «sofocos» propios del verano; es un riesgo sanitario a tener muy en cuenta.
Empecemos por definir lo que los profesionales sanitarios llaman golpe de calor. Es un trastorno que se caracteriza por el fallo de la función de varios órganos internos debido al aumento excesivo de la temperatura dentro del cuerpo.
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La temperatura ideal en nuestro organismo debe rondar los 37 grados centígrados; si por cualquier razón sobrepasa los 40 grados y el cuerpo es incapaz de eliminar el exceso de calor, nuestro sistema nervioso comienza a alterarse.
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El golpe de calor clásico afecta predominantemente a ancianos con una patología previa. El aumento de temperatura progresivo que sufre el organismo agrava los síntomas de su enfermedad, produciendo una merma en su condición de salud general. Además, la enfermedad de base, suele hacer que no puedan beber la suficiente agua para rehidratarse.
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El golpe de calor activo, sin embargo, afecta a los jóvenes que practican deporte sin entrenamiento o protección. La producción interna de calor que el cuerpo no está acostumbrado a regular, junto con el aumento de la temperatura ambiental, puede producirles hipertermia.
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Por último, los niños son especialmente vulnerables al golpe de calor debido a que su sistema respiratorio no se ha desarrollado aún por completo, y favorece la pérdida de líquidos.
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Un niño que se deshidrata no puede sudar lo suficiente como para enfriar su cuerpo, y su temperatura corporal se puede elevar hasta provocar el golpe de calor. En un bebé, esto puede traducirse en síntomas de letargia y pérdida de conciencia. El niño puede dar la impresión de estar dormido cuando en realidad está muy grave.
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Consejos para evitar el golpe de calor
- Evitá la exposición al sol en las horas centrales del día (de 12 a 17 horas) y, en general, evita exposiciones prolongadas o dormirte al sol.
- Si notas cansancio o mareo, retirate a un lugar fresco o ventilado y aflojate la ropa.
- Pasá tiempo en locales con aire acondicionado. Si dispones de él en casa, acordate de bajar la temperatura por la noche, porque el cuerpo se enfría durante el sueño.
- Cubrite adecuadamente la piel, la cabeza y los ojos con ropa, sombreros o gorros y gafas de sol. Esto te ayudará a prevenir tanto los golpes de calor como las quemaduras.
- Consume abundantemente agua, líquidos y bebidas isotónicas. Evitá las comidas pesadas de difícil digestión que hacen aumentar la temperatura interna.
- Llevá ropa ligera que permita la transpiración, el principal mecanismo de refrigeración de nuestro cuerpo.
- Prestá especial atención a los ancianos y niños. En concreto, los niños menores de tres años no deben exponerse al sol.
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En caso de golpe de calor, trasladá a la persona afectada a un lugar a la sombra. Colocala en posición tumbada con la espalda recta y las piernas levantadas, para favorecer la circulación de la sangre.
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Humedecele el rostro con una esponja o paño húmedo, pero no le des de beber si se encuentra inconsciente porque podrías ahogarla. Si su temperatura no desciende, presenta pulso débil y palidez, o sabes que sufre de enfermedades cardíacas, acudí inmediatamente al médico.